El matrimonio Besenyi, cuyos padres emigraron de Hungría, encontró en Argentina su nuevo hogar. Tras años de estudio y trabajo en Buenos Aires, se casaron y luego se enamoraron de Bariloche. Durante unas vacaciones en esta ciudad, un grupo de padres, liderados por una exalumna de Carlos, propuso al matrimonio Besenyi materializar su sueño de fundar un colegio en Bariloche. Gracias a la destacada trayectoria docente de Carlos y al apoyo decidido de Susana, aceptaron el desafío y, el 11 de septiembre de 1984, en un sencillo acto en el Salón del edificio de Aerolíneas Argentinas, presentaron su proyecto educativo.
Su profunda vocación por la educación, su visión pionera, su actitud innovadora y su incansable dedicación marcaron el rumbo de los desafíos que enfrentó a lo largo de su extensa carrera. A fines de 1985, Carlos fue distinguido como Examinador en Matemáticas por la Organización del Bachillerato Internacional, un reconocimiento que coronó su destacado trabajo y que fue fruto de dos becas de perfeccionamiento en metodología de enseñanza en el Reino Unido.
Carlos dictó innumerables cursos para docentes de matemáticas, comenzando en Argentina y Uruguay, y extendiéndose luego a todos los países de América, exceptuando Bolivia y Venezuela.