Semana Santa 2020 -Palabras del Pastor Reiner-

Mensaje a los alumnos, cuerpo docente, a las familias del Colegio San Esteban, San Carlos de Bariloche.
Cuando yo era un adolescente mi abuelo me contaba de sus experiencias de la 1ª Guerra Mundial. Cuatro años en las trincheras, el terror de las bombas y granadas, el frío, el hambre, la permanente angustia mortal…, la muerte… Todo esto le marcó la vida para siempre, es la experiencia del antes y del después. Mi papá no pudo contarme mucho de su vida porque falleció cuando yo tenía apenas cinco años.
Ahora me toca a mí: comparto con mis hijos mis vivencias y experiencias de otra época turbulenta: la Guerra de Vietnam, las Dictaduras Militares en casi todos los países latinoamericanos, la “Guerra Fría” con el “Muro de Berlín” y su caída en el año 1989. Mi militancia en los movimientos que en la década de los ochenta luchaban por la Paz, la Justicia y la Integridad de la Creación. Y así cada generación sabe contar experiencias que han generado profundos cambios en la historia de la humanidad.
Sin lugar a dudas, los adolescentes y jóvenes de hoy tendrán mucho para contarles a sus hijos: La “pandemia” que afecta al mundo entero, que nos obliga a ajustar nuestra vida cotidiana, también genera un antes y un después. A partir de ahora nada queda como era antes. La enseñanza, las “lecciones”, los cambios importantes tienen que ver con la transmisión de experiencias de una generación a la otra.
La situación actual es tan extrema, tan “fuera de toda la normalidad”, que la primera vez en la historia la “Semana Santa” con sus múltiples actividades y celebraciones que nos unen con todos los cristianos del mundo, esta vez Semana Santa no será más que una hoja en el calendario… ¿se puede suspender Viernes Santo y Domingo de Pascua…?
¡Por supuesto que no!
Es interesante que casi todos los acontecimientos que transmitimos de una generación a la otra reflejan cosas negativas, pesadas, tristes, dolorosas. Es porque son las que más impactan, los que dejan las huellas más profundas.
Pero hay excepciones: el relato de la tumba vacía impactó como un meteorito en el seno de los discípulos de Jesús, que ya habían perdido toda la esperanza luego de haber visto (la mayoría desde lejos) la cruz con un Jesús agonizando…
“El primer día de la semana, muy temprano, (las mujeres) fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Pero se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida y, al entrar, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían qué pensar, pero en ese momento, vieron a su lado dos hombres con ropas fulgurantes. Se asustaron mucho, y no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Ellos les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. Resucitó. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado y resucitado el tercer día.”
A la vuelta del sepulcro, les contaron a los Once y a todos los demás lo que les había pasado…” (Lucas 24, 1-9)
Imagínense la situación: las mujeres que vienen a hacer lo que la tradición y la buena costumbre demanda. Y se encuentran con la tumba vacía: el susto, tal vez el pánico…., acá sucedió algo que está por encima de cualquier normalidad, más allá de todos los límites: lo que está escrito, lo que, en el mejor de los casos, era un sueño, una vaga esperanza…, se hizo realidad: ¡Cristo ha resucitado de entre los muertos!
Lo que ven las mujeres, mejor dicho, lo que NO ven, es tan profundo, inexplicable, fuerte, “increíble”…, que marca el antes y el después, primero en el seno del grupo de los discípulos, para luego extenderse por todo el mundo.
¡Se ha cumplido lo que está escrito!
La dinámica mortal que nos aplasta está vencida, la oscuridad angustiante de nuestra existencia es reemplazada por la luz del sol naciente y nuestros corazones se llenan de paz, la paz verdadera, aquella paz que es fruto de la justicia…, porque ¡Dios hizo justicia!
La última palabra, ¿quién la tiene?, ya no la muerte…, sino la vida.
Ha triunfado la vida, ¡Cristo ha resucitado!
Amén.
Palabras de Bendición
Dios haga renacer en tu vida todo aquello que las angustias, los dolores, los miedos o los problemas van haciendo morir en ti y en muchas otras personas en este tiempo.
Dios haga renacer en cada uno de sus hijos y en cada una de sus hijas deseos de paz, anhelos de verdadera justicia, ganas de construir un mundo nuevo, sueños de libertad y un firme compromiso en el anuncio de la VIDA, cuyo poder trasciende toda frontera, toda ambición, todo sufrimiento y todo poder, incluso el de la misma muerte. ¡Cristo resucitó! ¡Puedo renacer! ¡Podés renacer! ¡Podemos renacer!
Amén.